
Rosas de lápiz
carmin nacen en la piel
de los manates.
Supongamos que Dios
soñase a un hombre, o a un monstruo
-y que éste fuese yo.

Los muertos de un
idioma lo siguen
hablando claro.

Masats y el arte de:
Mando postales
de cada reencarnación
a mi madre.

Una peonza roja,
soy, amor, bailando
en tu ombligo.
